Ansiedad.

El joven Hectitor Huguito moría por fumarse un tabaco, él, trabajador de una fábrica de pan (más comúnmente llamada panadería) había pasado algunas horas sin deleitar este humeante manjar y le estaba entrado la carraca, así, empezó todo:

Estas sentado en el escritorio y la pierna derecha empieza a temblar, la mano comienza a sudar, los dedos de la mano aún conservan ese olor a humo de nicotina, de repente te suda la frente, comienzas a mirar de lado a lado, caminas de un lado a otro como diablo en botella. Lo peor es que te habla la gente, tus proveedores te llaman, no le paras bola a nadie, el celular suena, ya no contestas, sólo puedes pensar en el puto humo saliendo de tu boca, ves un gato y lo pateas. Tu jefe te llama, le dices que vas a cagar para que te llame luego, se acaba tu turno y sales como un demonio disparado al carro en busca de tus tabacos, abres el carro y encuentras la cajetilla llena, los desparramas por todos lados, nada te importa, sólo necesitas UNO para que calme tu ansiedad, en eso, buscas el encendedor ¡MIERDA! te acuerdas que lo dejaste en la oficina ¡VERGA! te toca regresar, te armas de valor, te regresas disparado, se te vuelve a cruzar el mismo gato, lo vuelves a patear, tu jefe desesperado te vuelve a llamar y le dices que sigues cagando, te vuelven a llamar tus proveedores, los mandas a la verga ¡ESTAS NO SON HORAS DE LLAMAR, LLAMA MAÑANA HIJUEPUTA! llegas a la oficina, tomas el encendedor, quieres encender rápido el cigarrillo y como tus manos están sudadas se te cae debajo del escritorio ¡CARAJO!, te agachas, y agarras, quieres erguirte pronto para encenderlo, te golpeas en el mate con el escritorio, mandas a la mismísima mierda al mueble de oficina, pones el tabaco en tu boca, quieres encenderlo, pero tus dedos sudados se resbalan en la rueda del encendedor, te secas las manos, enciendes el cigarrillo y... ¡AAAAHHHH.. TANTA HUEVADA POR UN TABACO!

Autor: Leonardo M.