domingo, 29 de agosto de 2010

La Derrota No Factura

Manga cubría todo el arco con su figura imponente y sus manos gigantes, que parecían haberle quedado de un disfraz de oso.

Elías Figueroa imponía su clase de zaguero cumbre, elegante y firme a la vez; Falcao se convertía en el mejor futbolista de la historia colorada con su jerarquía inigualable. No hemos vuelto a ver otro volante central igual.

A los lados, detrás, adelante, se fue dando en esa década un desfile interminable de cracks: Paulo César Carpegiani, Claudio Duarte, Batista, Valdomiro, Mauro Galvao, Mario Sergio, Valdomiro, Jair Gonçalves… Inter de Porto Alegre fue llamado “O dono do Brasil”. Ocho campeonatos gaúchos consecutivos y tres brasileños lo atestiguaban.

Después de caer en la final de la Libertadores 1980 con Nacional de Montevideo y de la partida de Falcao (fue a dictar cátedras en Italia), el superequipo brasileño de los 70 se fue desarmando.

Internacional desapareció de los primeros planos, llegaron años ruines y comenzó a ver el ascenso irresistible de su archirrival, Gremio, que hilvanó dos Libertadores, una Intercontinental, dos Brasileiraos, 4 Copas do Brasil… Los nuevos ídolos -Hugo De León, Renato Gaúcho, Tita, Tarciso- surgían en la vereda opuesta.

Durante un cuarto de siglo la camiseta dejó de inspirar el respeto de antaño. Hasta que llegó una dupla fantástica: Fernando Carvalho y Vitorio Piffero. ¿De qué juegan…? De saco y corbata. Como un tándem dinámico y devastador, ambos asumieron la conducción del club en 2002. Primero con Carvallo de presidente del club y Piffero de vice, a cargo del fútbol profesional. Luego invirtieron roles. Y el sol volvió a aparecer en el Beira-Rio.

Desde entonces, Inter hilvanó 6 campeonatos Gaúchos, 2 Copas Libertadores, 1 Mundial de Clubes (venciendo al FC Barcelona de Ronaldinho, Deco, Xavi, Iniesta, Puyol), 1 Copa Sudamericana, 1 Recopa y otras conquistas menores.

En diciembre irá por otro Mundial de Clubes. La prueba irrefutable de que los responsables de este éxito son los mencionados dirigentes es que el Inter no ha generado un gran crack en estos años, no se encontraron al llegar con un auténtico fenómeno, un Kaká, un Romario, un Ronaldo en cuyo derredor armaron un conjunto vencedor.

Todo lo han logrado con un grupo de buenos, hasta diríamos correctos jugadores.

Se dice que los futbolistas son los que ganan y pierden los partidos, que las figuras hacen a los grandes equipos. ¿Y quién contrata a esas figuras? ¿Se puede ser multicampeón con dirigentes incapaces? Nadie coreará nunca los nombres de Carvalho y Piffero, pero ¿no son tan relevantes en la historia del Inter como Falcao o Figueroa…? ¿Cómo podría este club mantener un plantel competitivo y contar con un alto presupuesto sin directivos lúcidos, trabajadores y honestos?

Ninguna época gloriosa de un club está asociada a gobernantes ineptos y faltos de grandeza. Peñarol fue Peñarol con Cataldi y Güelfi, Real Madrid con Santiago Bernabéu, el Atlético con Vicente Calderón, el Santos legendario con Jorge Cury, Boca con Alberto J. Armando y Macri… Siempre fue y será igual: grandes dirigentes, épocas de gloria. La ecuación nunca falla.

A su llegada, Carvalho y Piffero comenzaron por optimizar todos los ingresos de la institución para conformar una escuadra ganadora. Llevaron al club de 7.000 socios a los actuales 106.000. Y la mayor parte del presupuesto se la lleva el equipo.

A diferencia de la inmensa mayoría de los dirigentes sudamericanos, la fórmula de Piffero y Carvalho es simple: “Siempre tiene que haber un equipo fuerte”. Eso permite llenar el estadio, hacer socios, vender bonos, camisetas, incrementar el marketing, la publicidad y, sobre todo, el caudal de simpatizantes. Porque la derrota no factura.

El fútbol es pasión. Si el hincha está feliz saca de donde no tiene para regalarle la camiseta a su hijo, pagar un abono, comprar un souvenir, un póster.

La segunda máxima es “Vender una figura sólo cuando no queda otro camino”. Otros están esperando que un jugador marque un puñado de goles para negociarlo a Europa. Los resultados son infalibles: se resiente el cuadro y comienza la debacle.

“Venden a los buenos para pagarle a los malos”, decía un viejo dirigente de Nacional de Montevideo. Eso era antes. Ahora muchos venden para hacer caja. Y luego salen a comprar malos con sobreprecio.

Del equipo campeón de la Libertadores 2006, al Inter se le fueron Fernandao, Renán, Rafael Sobis, Tinga, Bolívar (estos cuatro volvieron). Nilmar, la última estrella surgida de la cantera, se marchó, retornó y volvió a emigrar.

De todo ello pudo recuperarse reemplazándolos con valores similares, buscando, produciendo jóvenes talentos. Los difíciles de sustituir son Carvalho y Piffero.

Cuando ellos se cansen, cuando sus familias los reclamen o ya sean lo suficientemente veteranos, Inter volverá a la medianía y tal vez deba esperar años, no que surja otro Falcao sino otros dos iluminados timoneles que piensen en el hincha.

De última, lo único que pide el aficionado es que su equipo lo represente. Esto es, que intente jugar bien, que vaya hacia delante y, cada tanto, le dé la alegría de un campeonato.

Por Jorge Barraza