sábado, 25 de septiembre de 2010

A nosotros nos hacen lo que le hacen al pueblo

Barcelona es pueblo, desde sus inicios el equipo se fue formando de la barriada, pelotas de trapo y futbol callejero que dieron luz a aquello que hoy por hoy es lo más grande que tiene el vendedor de carreta y el periodiquero que de la esquina.

Desde Chile y Manabí en nuestro amado Guayaquil a la García Moreno en el centro histórico de la gran Capital. Nos han puesto la camiseta hasta en películas como choros, pobres delincuentes nos han dicho y así y todo le sacamos un centavo a la vereda para ir al estadio.

Nos han dicho de todo y nos han pisoteado como a nadie, pero la verdad es que la peleamos como los grandes en las gradas, nos acabamos las voces y las lágrimas, las suelas y los jeanes para seguir amando a la Amarilla. Sin embargo, tras insultos y pisoteos a la dignidad del pobre, lo que más duele es el rico propio, el que se ha llenado el bolsillo casa adentro, haciéndonos lo mismo que cualquier delincuente de terno le ha hecho a nuestro pueblo, asaltarnos, a mano arma! da de malicia, y robarnos ese sueño y dejarnos en la calle sin siquiera el grito del Artieda que nos decía que ya sólo nos queda Barcelona

De ahora en más el texto parecerá de alguien que no sabe de fútbol y que tiene la desfachatez de mezclar las cuestiones sociales con lo que le pasa a un equipo que rebasa el orden de títulos y consagraciones, con su propia historia pero que se ha hecho más que una camiseta para sudar, aunque quien tendría que hacerlo no lo logra, por alguna extraña razón. Nos hacen lo que le hacen al pueblo. Nuestra historia, la del Ecuador, está llena de peripecias que nos hacen, a título propio, calificarnos como del tercer mundo por la pobreza en la que vivimos, supuestamente, por las infamias de nuestros gobiernos y sus alianzas perversas con quienes nos despojan de nuestras riquezas.

Se burlan del pueblo con discursos emocionantes mientras nos sacan descaradamente el centavo del bolsillo y lo vemos impávidos aceptando y admirando a quien nos roba, deseando que el siguiente sea diferente y que nos de alguna migaja para poder engañar al estómago. El gobernante nos dice que ahora mandamos nosotros y le creemos, cuando lo cierto es que no le importa y no nos rinde cuenta porque, a las claras, nosotros no contamos, nuestra voz sirve para cantar el himno y para gritar en las calles la venta de algún producto trucho que nos de alimento.

Ahora, todo responde a una línea de pensamiento en la que se divide a la sociedad, para no hacer más complicada la cosa, en dos clases de seres humanos, los dispensables y los indispensables. Los primeros somos la mayoría, aquellos que se pueden morir de hambre pero que deben estar felices con la caridad que reciben de los segundos, los que deben vivir bien y con todo a su alcance porque son los que se merecen todo tipo de privilegios. Los indispensables son los que han alcanzado, merecidamente o con atracos, ser parte de una sociedad minoritaria pero que tiene todo el dinero que en teoría nos pertenece, los que poseen todo lo que en declaraciones pobremente humanas de nuestros derechos, es para todos.

Quienes gobiernan siempre pertenecerán a este sector, y rendirán cuentas siempre al mismo. Si en un hospital deben ser atendidos un lustrabotas y el hijo de un gran empresario, la decisión es fácil, se cortará a pedazos al lustrabotas para ver qué órganos necesita el hijo del empresario, total, él tiene más chance de ser alguien productivo y útil para la sociedad a la que no pertenecemos. Si los dos mueren, seguramente el lustrabotas irá a parar en alguna fosa común, el hijo de empresario será cremado y sus cenizas esparcidas desde la cumbre de algún rascacielos gringo, porque si lo lanzan desde algún edificio acá le puede caer al algún lustrabotas y la ceniza se infecta.

Lo mismo, con el afán de no cansar, ha pasado en esta última década en el futbol de nuestro país, sin intenciones de comparar la gravedad de lo uno con lo vano que pueda tener lo otro. La vida futbolística del Ecuador se ha convertido en una reiteración de nuestra condición social. Mientras por ahí hay un equipo que ha cosechado títulos a granel durante los años en los que EL IDOLO no ha cosechado más que mala hierba, y sin meternos en la rivalidad que eso ha generado, acompañada de un sentimiento de rechazo hacia tal equipo, hay cosas que son dignas de tomar en cuenta. Por un lado, empresarios dedicado al fútbol se llenan las manos de éxitos con un trabajo ordenado y con el objetivo claro, el fútbol, no figuran en otra cosa ni intentan hacerlo, su interés está centrado en la organización de una empresa que ha dados sus frutos, con una ideología política clara para sus obreros. Por el otro, figuretis que ven a un equipo como la posibilidad de consolidar una imagen que les permita ingresar en otros campos de la vida social y política del Ecuador, para poder así desfalcar más a nuestro país, empresarios de fracaso con una idea clara en la que lo que hacen no es importante, siempre y cuando puedan aparecer en televisión mintiendo como siempre, cerebros de medio pelo que aun intentan hacer, en lugar de una empresa, un latifundio futbolístico donde no hay obreros, sino empleados que por la plata deben rendir cual caballos y bueyes de arado.

Esto no es difícil de entender si vemos solo ejemplos de administración de los recursos entre una empresa y otra. Mientras en otros equipos los jugadores (obreros) están acompañados de una cantidad de beneficios por ser parte de una empresa, son asesorados en sus gastos, en la forma de invertir sus salarios, en educación, salud, vivienda. Nuestro amado Barcelona es tratado de la misma forma como somos tratados los dispensables del pueblo. Reciben sueldos y deben rendir, si un jugador se lesiona de gravedad, caso Palacios hace aproximadamente un año, los jugadores reciben dinero de algún dirigente para que se puedan atender, reciben el salario y son abandonados sin ninguna preocupación de qué van a hacer para que ese dinero les sirva para su futuro, bien lo pueden gastar en estudiar, caso Fernando Hidalgo, o bien en atropellar gente en estado etílico, Caso Bolaños. Son animales carga y arado para nuestros propios dirigentes, que creen que la forma de hacer que se sientan bien es bañándose en una piscina con el presidente del club y listo, eso, en términos de la psicología laboral, no genera ningún tipo de bienestar humano, si mi estimado presidente Maruri, “HUMANO”, concepto que no cabe en su diccionario ni en sus intereses.

No contamos tampoco con la variable del rumor. Los jugadores se conocen, muchos de ellos han jugado juntos en varios clubes y se cuentan cosas, es difícil de creer que un jugador de EL IDOLO no sepa de lo que se hace en otros clubes, de la forma como los mantienen y se preocupan por ellos. Y eso genera más de una actitud, por una parte la desidia con la que algunos jugadores se muestran en la cancha, total, no es necesario sangrar la camiseta de un equipo al que yo no le valgo nada.

De otro lado, la hábil decisión de algunos jugadores de fichar por Barcelona, porque no hay como quejarse de los salarios exorbitantes que reciben. Digo yo, no es una mala decisión darse un año de vacaciones pagadas, mantenerse en forma, con ritmo de entrenamiento, mientras me divierto un chance y, si no me pagan, luego recibo más dinero ganando un juicio, esto creo que es real y ahora tenemos un caso, Luis Bolaños, de un jugador estrella que está recuperándose en EL IDOLO, ganando buen sueldo, sin haber hecho más que una jugada genial de desborde y punto, para luego ir a sudar otra camiseta, creo que ya hasta sabemos cual, y ahí si trabajar en serio, total, ya vacaciono un año.

Creo que esto también nos evoca el malestar de un ídolo de EL IDOLO, que se fue a buscar mejor suerte en otro equipo y lo logró, aunque para mí la traición no se perdona, caso Cevallos, pero que es el reflejo del malestar de nuestro equipo, lo es. En fin, y ya para cerrar, porque cansa escribir para que no te paren bola, debemos estar conscientes de quiénes somos y de donde estamos. Somos un equipo del pueblo, y al pueblo no hay que rendirle cuentas (esto es un intento de resumen de lo que debe haber en la cabeza del presidente Maruri), al pueblo hay que burlarlo y seguir dándole lo que pensamos que es, una masa sin aspiraciones. Para eso basta el último ejemplo de lo reflejados que estamos en nuestro plantel, el queridísimo director técnico y su maravilloso arquero. Nunca he visto tan buen plantel, en nombres, con aspiraciones tan pobres, y eso para decir que las tiene, con un guardavallas que lo único que guarda es goles en una canasta, que cree que las vallas se guardan con balones dentro, con un director técnico que dice que perder la posibilidad de un titulo ha sido la campaña más exitosa de la historia, que no tiene una pizca de ambición y que ha sido ratificado por el presidente seguramente porque no hay plata para mas, de nuevo, como los pobres, no tenemos plata para más. Por eso, siguiendo con la comparación de la política con el fútbol, había que vender a los esclavos a un terrateniente y salir corriendo.

Nota tomada de HinchaAmarillo.com

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